Según las reflexiones realizadas por Fabio Velásquez con integrantes del CME, es necesario realizar una interpretación de la coyuntura actual, y este análisis debe enfocarse en reflexionar, por qué la gente acude a la protesta social. Hasta antes de la Constitución de 1991, las instituciones y el régimen político colombiano, era un régimen cerrado a la voz de la ciudadanía y era un régimen monopolizado por un sistema bipartidista y clientelista. Esta dinámica, se intentó cambiar desde la reforma de 1986 y, particularmente, desde la Constitución del 1991. Reformas que incluyeron la participación ciudadana como un asunto importante, a través de mecanismos e instancias institucionales. Sin embargo, estas instancias no han logrado convertirse en canales adecuados para satisfacer las demandas de la ciudadanía. Como estos mecanismos no han funcionado, la ciudadanía ha acudido a otras formas de participación y manifestación ciudadana, como la protesta social, con el objetivo de formular propuestas de política pública e incidir en la gestión pública de la nación.
Por su parte, Carlos Franco expresó que, es necesario analizar qué clase de movimiento social está ocurriendo en la actualidad. Según argumentó, lo que está ocurriendo en el país no se trata de una protesta más. La situación actual, debe ser caracterizada y analizada como un “estallido social” que se diferencia del paro del 1977 y de otras movilizaciones en Colombia. Este “estallido social” está sucediendo porque existen unas causas estructurales. exacerbadas por la pandemia del COVID 19.
Los dos expertos coinciden en que, el rol del sector privado para contribuir a fomentar un diálogo pacífico e incluyente que fortalezca la confianza en las instituciones, debe ir acompañado de: i) un pronunciamiento más claro, por parte de las empresas y los gremios, frente al diálogo y a la situación que se está presentando en el país; ii) incluir en sus análisis, temas sociales, fortalecer capacidades, definir acciones en el mediano plazo y en la coyuntura; iii) impulsar una cultura de reconciliación, no violencia, respeto, de los derechos humanos y la transparencia; iv) actuar conjuntamente y no como empresas compitiendo para incidir en la transformación de la realidad, y v) replantear la manera en la que se relaciona con el Estado y con la sociedad.